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Cлова начинающиеся на букву "T"
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Часть текста: inaccesible, casi insoportable; pero todo el mundo en la casa adivinó la verdad, a saber, que ella sufría, y, en cuanto a mí, si al principio me irritaba y fruncía las cejas ante aquellos modales, fue únicamente a causa de mi susceptibilidad mezquina, decuplicada aún por la enfermedad; por lo menos eso es lo que pienso hoy de ello. Pero jamás dejé de querer a Lisa. Muy al contrario, la quería todavía más. Solamente que no quería ser yo quien diera el primer paso, aun comprendiendo que tampoco sería ella quien to daría, a ningún precio. Desde que se conoció la historia del príncipe, inmediatamente después de su arresto, Lisa no tuvo más preocupación que la de tomar respecto a nosotros y respecto a todo el mundo la actitud de una persona que no sabría ni siquiera admitir la idea de que se la pudiese compadecer o consolar, al justificar al príncipe. Al contrario, siempre tratando de no explicarse y de no discutir jamás, tenía en todo momento el aire de gloriarse con la conducta de su desgraciado novio, como si se tratara de un heroísmo supremo. Ella parecía decirnos a todos y en cualquier instante (sin pronunciar una palabra, lo repito): "Ninguno de vosotros hará jamás otro tanto. No seríais capaces de ir a entregaros por motivos de honor y de deber. Es que ninguno de vosotros tiene la conciencia tan delicada y tan pura. En cuanto a sus actos, quién es el que no tiene alguna mala acción sobre su conciencia? Solamente que los demás se ocultan, mientras que él ha preferido perderse antes que seguir siendo indigno a sus propios ojos." He aquí lo que significaba a ojos vistas cada uno de sus gestos. Yo no sé, pero me parece que yo...
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Часть текста: occupato la sera prima dall'ospite. Petruska non rispose e non guardò nemmeno il suo padrone, ma girò gli occhi verso l'angolo a destra, tanto che lo stesso Goljadkin fu spinto a guardare anche lui in quell'angolo. Però, dopo un breve silenzio, Petruska, con voce rauca e ruvida rispose "che il padrone non era in casa". "Sei stupido, sai: il tuo padrone sono io, Petruska" esclamò Goljadkin con voce spezzata e guardando con gli occhi sbarrati il suo domestico. Petruska non rispose, ma fissò Goljadkin in un modo che quello arrossì fino alle orecchie; quello sguardo aveva un'aria di rimprovero così oltraggiosa, da essere davvero simile a un'ingiuria. A Goljadkin cascarono, come si suol dire, le braccia. Finalmente Petruska spiegò che già da un'ora e mezzo "l'altro" se ne era andato e non aveva voluto aspettare. Certamente la risposta era verosimile e credibile; si vedeva che Petruska non mentiva, che quello sguardo insultante e la parola "l'altro" da lui usata, non era che una conseguenza della nota, disgraziata vicenda, capiva però, anche se vagamente, che lì c'era qualcosa che non andava e che il destino gli stava preparando ancora qualche altro tiro, non esattaamente...
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Часть текста: (mediante una remuneración) a tratar ciertos asuntos privados de los que el último se ocupaba constantemente fuera de las horas de servicio. Lo que a mí me importaba era que Kraft, dada su intimidad con Andronikov, podía estar enterado de ciertas cosas que por su índole me interesaban. Pero yo sabía por María Ivanovna, mujer de Nicolás Semenovitch, en cuya casa yo había vivido tantos años mientras estaba en el Instituto - y que era la propia sobrina, la pupila y la favorita de Andronikov -, que Kraft había incluso recibido el "encargo" de entregarme algo. Yo lo estaba aguardando desde hacía un mes largo. Vivía en un pequeño apartamiento de dos habitaciones completamente aislado, y, de momento, recién llegado, de vuelta de Vilna, estaba incluso sin servidumbre. Tenía abierta la maleta, pero los objetos no colocados estaban aún esparcidos sobre las sillas. Una mesa, delante del diván, sostenía un maletín, un cofrecillo, un revólver, etc... Cuando entramos, Kraft iba sumergido en sus pensamientos, como si me hubiese olvidado completamente, quizá ni siquiera había notado que yo no le había dirigido ni una sola palabra por el camino. Se...
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Часть текста: recomendadas por Rasumikhine. La entrada de este departamento daba a la calle. Raskolnikof estaba ya muy cerca cuando empezó a vacilar. Entraría? Sí, por nada del mundo volvería atrás. Su resolución era inquebrantable. "No saben nada -pensó-, y están acostumbradas a considerarme como un tipo raro." Tenía un aspecto lamentable: sus ropas estaban empapadas, sucias de barro, llenas de desgarrones. Tenía el rostro desfigurado por la lucha que se estaba librando en su interior desde hacía veinticuatro horas. Había pasado la noche a solas consigo mismo Dios sabía dónde. Pero había tomado una decisión y la cumpliría. Llamó a la puerta. Le abrió su madre, pues Dunetchka había salido. Tampoco estaba en casa la sirvienta. En el primer momento, Pulqueria Alejandrovna enmudeció de alegría. Después le cogió de la mano y le hizo entrar. -Al fin! -exclamó con voz alterada por la emoción-. Perdóname, Rodia, que lo reciba derramando lágrimas como una tonta. No creas que lloro: estas lágrimas son de alegría. Te aseguro que no estoy triste, sino muy contenta, y cuando lo estoy no puedo evitar que los ojos se me llenen de lágrimas. Desde la muerte de yu padre, las derramo por cualquier cosa... Siéntate, hijo: estás fatigado. Oh, cómo vas! -Es que ayer me mojé -dijo Raskolnikof. -Bueno, nada de explicaciones! -replicó al punto Pulqueria Alejandrovna-. No te inquietes, que...
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Часть текста: en Raskolnikof, que seguía echado en el mísero diván, vestido con ropas no menos miserables, y que le miraba como los demás. Después el visitante observó atentamente la barba inculta, los cabellos enmarañados y toda la desaliñada figura de Rasumikhine, que, a su vez y sin moverse de su sitio, le miraba con una curiosidad impertinente. Durante más de un minuto reinó en la estancia un penoso silencio, pero al fin, como es lógico, la cosa cambió. Comprendiendo sin duda -pues ello saltaba a la vista que su arrogancia no imponía a nadie en aquella especie de camarote de trasatlántico, el caballero se dignó humanizarse un poco y se dirigió a Zosimof cortésmente pero con cierta rigidez. -Busco a Rodion Romanovitch Raskolnikof, estudiante o ex estudiante -dijo, articulando las palabras sílaba a sílaba. Zosimof inició un lento ademán, sin duda para responder, pero Rasumikhine, aunque la pregunta no iba dirigida a él, se anticipó. -Ahí lo tiene usted, en el...